Existe una gran cantidad de métodos de construcción coreográfica, algunos bailarines prefieren armar una rutina, mientras que otros prefieren la improvisación. Tanto la rutina como la improvisación tienen sus pros y sus contras y, a veces, una mezcla de los dos es mejor. ¿Cómo sabés qué camino es el mejor para vos?

Coreografía Improvisación: La improvisación pone a punto tu creatividad y te enseña la capacidad de adaptación en el escenario. En las coreografías de alto nivel es habitual la improvisación donde el enfoque es mayor en los sentimientos que en los movimientos. Esto requiere de un alto nivel de destreza física, un nivel en el que los trucos están tan arraigados en el cuerpo que son casi automáticos, motivo por el cual toda la energía se vuelca en expresar los sentimientos a través de la música. Los pros: No existe la preocupación de memorizar u olvidar los movimientos. Y te podés concentrar en la interpretación musical. Todo es adaptable. Los contras: Puede darse que la inspiración en ese momento no sea óptima y no sepas qué hacer a continuación. A veces puede ser desalentador armar una coreografía sobre la marcha.